sábado, 26 de noviembre de 2016
Trabajar para la esperanza
He podido entreabrir, para aquellos que la buscan, la puerta a la esperanza, ya es mucho para esos espíritus inquietos que no aspiran en realidad, más que reencontrar sus creencias... Esa esperanza que les dejo, trabajo por alcanzarla yo mismo.
Mi conciencia me aconseja dejar a un lado la razón, pues no admite que este instrumento pueda conducir a la verdad.
La razón es tan incapaz para resolver los problemas extraños al dominio puramente humano, como nuestro estómago para digerir piedras.
La razón no me ayuda para nada cuando busco explicaciones sobre lo que sobrepasa el mundo explorable por nuestros sentidos.
No se puede forzar la razón sin que ella manifieste su impotencia o se descarríe.
La inmortalidad del alma satisface, en particular, a nuestro sentimiento de justicia. Sufrimos demasiadas injusticias aquí abajo para no esperar que hay un más allá en donde el bien tendrá su recompensa.
¿Qué necesidad hay, bajo pretexto de liberar los espíritus, de privar a las almas que van a la deriva de inocentes consolaciones y empujarlas a los arrecifes de la desesperación? ¿Qué valen nuestras más seguras verdades?
Charles Nicolle . Premio Nobel de Medicina
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