"El arte que trasciende, que ayuda a ver y encontrar al otro, que es expresión de la tradición y de la renovación de la fe y de belleza". Benedicto XVI

viernes, 22 de julio de 2016

Santa María Magdalena 2016



Dicen que un movimiento de tierra o un ángel movió la piedra. Mi primera reacción -dijo la Magdalena- fue decirle angustiada al joven que encontramos en la puerta de la tumba: «Se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto». Desde aquel momento me puse nerviosa, regresé varias veces. Lloraba sin parar. Ahí mismo, donde os he dicho, vi de pronto a un hombre que parecía el hortelano. «Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?» -me preguntó- Pensando que era el encargado del huerto, le dije casi sin dirigirle la mirada, obsesionada con lo mío: «Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo me lo llevaré.» Entonces él, mirándome a los ojos, me dijo «María.» Un escalofrío me recorrió el cuerpo. Era la voz, su voz de siempre, tan varonil y joven, un susurro en mi oído, y era mi nombre, María, el nombre que, pronunciado por él, abría en mí un hontanar de evocaciones. Me tiré a sus pies y le grité como siempre le había llamado: Rabbuní. Pero me pidió que no le tocara, que subía al Padre, su Dios, nuestro Dios.

P.M. Lamet. El retrato: Imago hominis

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