La justicia y la ira de Dios, tan a menudo anunciadas por los profetas, se ejercieron realmente, pero sobre uno solo: sobre Cristo: «Uno solo murió por todos» (2 Cor. 5, 14; Jn. 11, 50). El fue cargado con los pecados del mundo para sufrir el castigo de ellos y ahorrárnoslo así a nosotros, sin que se violara la justicia de Dios.
Aimé-Georges Martimort. Los signos de la alianza
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