Con qué intenso anhelo es esperada la luz del amanecer. La espera el marinero de un barco naufragado; un viajero perdido en un país peligroso; un ejército que se sabe rodeado por el enemigo: La luz de la mañana nos mostrará qué esperanza hay de escape. La madrugada puede traer vida y libertad. Y de la misma manera los santos de Dios en las tinieblas han esperado la luz del rostro de Dios, más que los centinelas
la mañana. Han dicho: «Más que los centinelas a la mañana, mi alma aguarda al Señor.» ¿Podemos decirlo nosotros también? El que esperemos en Dios puede no tener más alto objetivo que simplemente tener su luz para que brille sobre nosotros, en nosotros, a través de nosotros, todo el día.
Andrew Murray. Esperando en Dios
No hay comentarios:
Publicar un comentario