Las nubes pasan, los vientos se callan, las hojas se descoloran y se desecan sin decirle por qué sufre, sin que su alma se calme por las lágrimas de una madre o las ternezas de una hermana. i Oh, alma mía! -decía el profeta-, ¿ por qué estás triste y por qué tiemblas? Espera en Dios. Y es Dios, en efecto, es el infinito lo que Se agita en nuestros corazones .
Henri Lacordaire. Sermons de Notredame
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