su dulzura el Parnaso lisonjero,
y la verdad persuade aderezada
en blandos versos sólo a los esquivos.
Así se le unta al niño enfermo el borde
del vaso con un poco de dulzura:
jugos amargos engañado bebe
y de un engaño así recibe la vida.
Torquato Tasso. Jerusalén liberada
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