O bien la inteligencia parte de lo que se considera absurdo, o va al absurdo. O bien acepta la revelación contenida en el Génesis, y la historia adquiere un sentido, o bien rechaza ese punto de partida y después de haber errado más o menos largo tiempo, se choca con la absurdidad de un mundo sin causa, sin destino, que se elabora sin motivo en virtud de un azar, se corrige por sí mismo a tientas, sordo al interminable gemido de la inocencia y consagrado a la noche. La “absurdidad” del pecado original abre las puertas a una inmensa esperanza, la absurdidad del azar y la necesidad, o de cualquier otro intento de explicación del mundo que prescinde de Dios, es total. Deja a la conciencia humana sola consigo misma y con la muerte.
André Frossard. Dios en preguntas
André Frossard. Dios en preguntas
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