No soy nada, soy la prueba de mi alma y sacrificaré todo para exteriorizar esta prueba. (…) Cuando la vida disuade más que nunca a los hombres de distinguir sus almas de sus personas, saber, desde hace veinte años, que el alma permanece ajena a los accidentes del cuerpo y poco a poco sentir, describir la presencia de este ser interior del que no somos más que el peso, verificar, a medida que asistimos a su degradación física, que un ser que está libre de nuestras ataduras se interroga en la noche de nuestro corazón y, a la luz de un rostro como el tuyo, descifrar su esperanza y su vida, es un tesoro que yo no persigo, pero del que soy su existencia. Es una sorda y secreta unión con el mundo creado cuya realidad siento aumentar con mi amor, y que me comprende discretamente en esta elevación, que me arrastra como si mis ataduras físicas se desatarán.
Joe Bousquet. Traducido del silencio.
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