Para el místico, el drama es esencialmente espiritual: ¿Cómo regresar a la unidad tras haberse separado de ella, cómo alcanzar el ser a partir del devenir? La vía es la contemplación, un conocimiento amoroso. Pero esa tensión hacia el Dios único y trascendente es tan exclusiva que llega a eliminar todo lo que de material tiene el ser creado, el cuerpo y sus necesidades, todo lo que está ligado a lo material, el propio yo individual y cualquier diferencia de modo que termina siendo sólo la propia idea de Dios. Pura relación con el Amado.
Jean Chevalier. El Sufismo y la tradición islámica.
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