"El arte que trasciende, que ayuda a ver y encontrar al otro, que es expresión de la tradición y de la renovación de la fe y de belleza". Benedicto XVI

martes, 26 de septiembre de 2017

Incidir la belleza en la materia



La materia es pasividad total y, por ende, obediencia total a la voluntad de Dios. Es para nosotros un modelo perfecto. No puede haber más ser que Dios y lo que obedece a Dios. Por su perfecta obediencia, la materia merece el amor de quienes aman a su Dueño y Señor, como un amante contempla con ternura la aguja que manejó una mujer amada y muerta. De esta parte de nuestro amor que a la materia le corresponde nos advierte la belleza del mundo. En la belleza del mundo, la necesidad bruta se convierte en objeto de amor. Nada tan bello como la gravedad en los pliegues fugitivos de las ondas del mar o en los repliegues cuasi eternos de las montañas.


Simone Weil. El amor de Dios y la desdicha

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