La primera consecuencia de la aparición del cristianismo con respecto a la realidad es la proscripción de la esclavitud; ésta es imposible en el cristianismo, porque el hombre está considerado ahora como lo que es en sí. Es, pues, intuido en Dios, de un modo totalmente universal; todo individuo es objeto de la gracia de Dios y del fin último divino; Dios quiere que todos los hombres sean bienaventurados.
Prescindiendo de toda particularidad, en sí y por sí, el hombre, ya como hombre, tiene un valor infinito; y precisamente este valor infinito borra toda particularidad de nacimiento y de patria. El hombre no vale por ser judío o griego, por haber nacido bien o mal, sino por ser hombre. Donde el cristianismo es real no puede existir esclavitud.
Prescindiendo de toda particularidad, en sí y por sí, el hombre, ya como hombre, tiene un valor infinito; y precisamente este valor infinito borra toda particularidad de nacimiento y de patria. El hombre no vale por ser judío o griego, por haber nacido bien o mal, sino por ser hombre. Donde el cristianismo es real no puede existir esclavitud.
G. W. F. Hegel. Lecciones sobre la filosofía de la historia universal.
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