Este templo , donde Dios quiere reinar poderosamente según su
voluntad, es el alma del hombre que Él ha formado y creado exactamente a su
semejanza, según leemos que dijo Nuestro Señor: “Hagamos al hombre a nuestra imagen y
semejanza” (Génesis 1,26). Y así lo hizo también. Ha hecho el alma del hombre
tan semejante a sí mismo que ni en el cielo ni en la tierra, por entre todas
las criaturas espléndidas, creadas tan maravillosamente por Dios, no hay
ninguna que se le asemeje tanto como el alma humana sola. Por ello, Dios quiere
tener vacío ese templo de modo que no haya nada adentro fuera de él mismo.
Maestro Eckhart. Tratados y sermones
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