Bien sé que todo tiene su objeto y su motivo:
Que he venido por algo y que para algo vivo.
Que hasta el más vil gusano su destino ya tiene,
que tu impulso palpita en todo lo que tiene
Y que si lo mandaste fue también con la idea
de llenar un vacío, por pequeño que sea...
Que hay un sentido oculto en la entraña de todo:
en la pluma, en la garra, en la espuma, en el lodo...
Que tu obra es perfecta: ¡Oh, Todopoderoso,
Dios Justiciero, Dios Sabio, Dios Amoroso!...
El Dios de los mediocres, los malos y los buenos...
En tu obra no hay nada ni de más ni de menos...
Dulce María Loynaz. Señor que lo quisiste
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