martes, 6 de marzo de 2018
La expulsión del templo
Hay que enfadarse y gritar contra el que profana vidas,
el vendedor de apariencias, contra el mercader de credos
y el usurero de penas.
Hay que devolver un no a quien comercia con guerras,
y oponer la fe desnuda a las armas, a las fieras
que a zarpazos amenazan esta humanidad hambrienta
de sentido, de palabra, de esperanza, de inocencia.
Hay que tirar por el suelo las mesas de los cambistas
que regatean con leyes y manipulan conciencias.
Plantarle cara a lo indigno, aunque resistir convierta
en incómodo a quien lucha, en peligroso al que alega
que no es amar un negocio, ni el egoísmo bandera.
Hay que despejar el templo de cerrojos y cadenas,
de credos atornillados, y corazones de piedra.
Hay que silenciar el ruido, y dar voz a los profetas.
José María Olaizola. Mercaderes
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