La cristiandad ha venido a un mundo lleno de sufrimientos y
de vicios, pero ni instiga a esos sufrimientos y vicios como si fueran
condiciones previas para la existencia de la virtud cristiana, ni tampoco los
ignora ni los elude, como intentaba hacerlo la virtud pagana. El cristianismo
los reconoce como datos. La cuestión estriba en como hacerles frente y cómo
apartar de ellos a las almas individuales tan lejos como sea posible. Cristo no
se hizo hombre para disfrutar del mundo ni para destruirlo, ni aun siquiera
para reformarlo, en el sentido de convertirlo en un mundo pagano perfectamente
sano; se hizo hombre para salvarlo, es decir para redimir a sus almas del
desastre que no podía evitar. Lo fundamental fue la redención; el mundo es el
punto de destrucción, aunque es posible la salvación.
George Santayana. La idea de Cristo en los Evangelios
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