La practica de obras buenas realizada con un determinado
espíritu, “por el amor de Dios”, como
suele decirse, sin que los desdichados socorridos sean más que la materia de la
acción, una ocasión anónima de manifestarle benevolencia a Dios. En esto hay
mentira, pues “quien no ama a su hermano, a quien ve, ¿cómo puede amar a Dios,
a quien no ve?”. Sólo a través de las cosas y de los seres de aquí abajo puede
el amor humano penetrar en lo que habita detrás de ellos.
Simone Weil. Echar raíces.
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