El Creador, entonces, no puede haber hecho sus criaturas por su propio interés (pues el amor no hace nada por su propio interés), sino por el de ellas. Por tanto, persigue hacerlas tan independientes como sea posible. Mientras su ser está en Dios, es verdad que cualquier independencia que parezca que tienen será una mera ilusión, pero esa ilusión Dios debe concederla. Así que él les da un mundo de fenómenos en el que y relativamente al cual tengan realidad y autodeterminación.
Henry James Sr. La recensión
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