Este mundo creado es real, como su historia. Pero es
corruptible y será transformado. Lo que supone un ser eterno, que lo opera. ¡Más
aún! Este mundo ha de ser nuevamente constituido, lo que no significa que haya
de ser constituido otro totalmente nuevo. Este mundo exige por necesidad la existencia
de un ser eterno, no manifiesto o presente de modo inmediato, sino como
símbolo. Este mundo real, y su historia real, es símbolo del ser divino, y del
acontecer humano divino.
Theodor Haecker. El cristiano y la historia
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