Volcar las miradas sobre nuestras deformidades. ¡Y este veneno, este beso mil veces maldito! ¡Mi debilidad, la crueldad del mundo! Mi Dios, piedad, ocúltame, ¡estoy demasiado mal! Estoy escondido y no lo estoy. Este es el fuego que se eleva con su condenado.
Arthur Rimbaud
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