Ordenemos también nuestras pasiones, poniendo el amor que se hizo sólo para lo bueno, no en los falsos bienes de este siglo, sino en los verdaderos del alma, y sobre todo en Dios, que es suma bondad: con esto ordenado el amor, tirará tras sí los demás afectos, que están eslabonados unos con otros, como cadena; y quien tira del primer eslabón, lleva con él los demás. Y en consecuencia del amor se van todos, por lo cual quien lo pone en Dios, deseará a Dios, temerá por Dios, y aborrecerá sus ofensas, y tendrá odio al mundo que es su contrario.
Juan Eusebio Nierenberg. De la belleza de Dios.
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