Decimocuarta Estación: el cuerpo de Jesús es colocado en el sepulcro.
El hombre abandonado a los abismos del dolor y la nada, sin
luz ni esperanza. El hombre en ese fondo del mundo, sin elevación, sin riesgo
espiritual, sin latido en su alma, alimentando sus cenizas.
El mundo de la soledad y la eutanasia, de los placeres sin
amor y el aborto, de las rentas y las epidemias, de la violencia ideológica y
la impotencia social, de la podre del pensamiento y la descomposición del
cuerpo.
Lecciones de tinieblas. Es es lo que queda de vida donde Dios ha muerto.
El Lazareto
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