Besó el crucifijo y su alma, todavía joven, subió a la patria que jamás se pierde, en la que reina una verdadera libertad, donde la ley es Dios que es todo amor, y en cuyo seno se halla la justa igualdad y fraternidad y comunidad de bienes imperecederos y eternos.
Antonio Bresciani. El héroe de Verona
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