Señor, abre las puertas de tu nube,
abre tus cicatrices mal cerradas,
Llueve sobre mis senos arrugados,
Llueve sobre los huesos y las piedras,
Que tu semilla rompa la corteza,
La costra de mi sangre endurecida.
Devuélveme a la noche del Principio,
De tu costado desprendida sea
Planeta opaco que tu luz enciende.
Octavio Paz. Virgen
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