Él es el Dios ante el que los pobres se han postrado,
él es de sus miserias espejo de destinos,
es un pálido Dios escupido, ultrajado,
que acaba en la colina de infames asesinos.
Se arrodillan ante su carne martirizada
para que su humildad así con él se uniere
y la noche y la muerte de su mirada
su corazón en hielo de mortal ansia acere
para que abra -símbolo de humana suerte-
las puertas de paraísos de los desheredados
su capitolio de espinas de nocturna muerte,
que saludan pálidos ángeles y extraviados.
Georg Trakl. Crucifijo
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