James Agee. Vigilia
lunes, 21 de septiembre de 2020
Las heridas del pecado
El pecado es una oscura herida abierta, una herida ponzoñosa que es muy difícil de limpiar, porque atenta directamente contra Dios, porque, como dice el Catecismo, es una falta al amor verdadero que debemos a Dios, a nosotros mismos y al prójimo, por un apego perverso a bienes que aparecen como atractivos por efectos de la tentación, ¿y cómo evitar esa tentación, cómo limpiar después ese rastro de babosa que queda en el alma, cuando es Dios quien nos ha visto caer, engañarlo, apartarnos de él?
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