Vivimos un momento de santos y de testigos. De la raíz griega de testigo procede la palabra mártir.
Hay muchos. Quienes en nuestro país desean santificarse hoy a través de las responsabilidades profesionales, son testigos. Los que osan contraer matrimonio cristiano; es decir, no sólo tener una ceremonia en una iglesia, sino -en palabras de San Pablo- contraer un matrimonio en el Señor, son testigos. Los que osan -y los hay- entregar por completo su vida al Señor, o responder a la llamada al sacerdocio, en el desierto que nos circunda son llamados a ser santos, testigos y mártires.
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