Qué es del pueblo llano que no tiene nombre, que libra y gana las batallas para los señores, que construye sus monumentos y llora a tantos, tantos muertos salidos de su seno? ¿Qué sabemos de ellos? Una cosa sí podemos decir: en su dolor y en su confianza, en su alegría y en sus temores han dejado signos que permiten reconocer la protohistoria humana como la historia de la religión (en su sentido más alto). La historia humana, como historia del pueblo, es ante todo la historia de la religión, pero la historia de la religión es de forma especial la historia de la oración.
Johann Baptist Metz . Por una mística de ojos abiertos.
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