Hay que rogar por una mente sana en un cuerpo sano. Pide un ánimo vigoroso que no se espante ante la muerte, y que tenga el último tramo de la vida como un regalo de la naturaleza, que sepa soportar cualquier trabajo, que sepa no enfurecerse, que no desee nada, y que crea preferibles los duros trabajos de Hercules, a los amoríos, a los festines y a las plumas de sardanápalos.
Juvenal. Sátira X
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