Cuando dudó Dios mismo, tú creíste.
Los discípulos se habían ido lejos
por el temor dispersos. Tú pediste oh Dios,
verte en un hombre, en un reflejo.
Querías darnos aún el poder darte
algo a Ti mismo, pero nadie había
en torno. Ah, cómo la piedad misma te hería
de las mujeres. Vieron al alzarte
tan solo a un hombre desdichado, a un triste.
[y ahora dirigiéndose al buen ladrón]
Tú solo viste a Dios en las heridas.
Y que audacia de fe la que tuviste
al pedir y al pedirle nada menos
que a las clavadas manos impedidas,
la memoria, la sal, la vida, el Reino.
Fina García-Marruz. Al Buen ladrón
Los discípulos se habían ido lejos
por el temor dispersos. Tú pediste oh Dios,
verte en un hombre, en un reflejo.
Querías darnos aún el poder darte
algo a Ti mismo, pero nadie había
en torno. Ah, cómo la piedad misma te hería
de las mujeres. Vieron al alzarte
tan solo a un hombre desdichado, a un triste.
[y ahora dirigiéndose al buen ladrón]
Tú solo viste a Dios en las heridas.
Y que audacia de fe la que tuviste
al pedir y al pedirle nada menos
que a las clavadas manos impedidas,
la memoria, la sal, la vida, el Reino.
Fina García-Marruz. Al Buen ladrón
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