Al esbozar la relación entre evangelio y cultura, se deben evitar dos escollos: el de contraponer el evangelio a la cultura, lo que provocaría un sentido de extrañamiento de la propia cultura y de la propia historia, y el de efectuar un peligroso sincretismo, difuminando el evangelio en la cultura. Evangelio y cultura son distintos, pero deben entrar en una relación dinámica entre sí. La inculturación tiene sólidas bases teológicas: la creación, por la cual el mundo ha sido creado por Dios y proviene de él; la encarnación, por la cual el mundo es asumido y redimido; la iglesia, por la cual la encarnación de la palabra continúa.
Rosino Gibellini. La teología del siglo XX
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