"El arte que trasciende, que ayuda a ver y encontrar al otro, que es expresión de la tradición y de la renovación de la fe y de belleza". Benedicto XVI

sábado, 25 de junio de 2022

Espiga del martirio

 


CRUZ DE ESPIGAS

(Para el altar de la Virgen)

 

Yo te ofrezco, Madre, las primicias de mi cosecha.

Conságralas en tu mesa, en donde, durante siglos,

las ceras rubias de mis colmenas

manan luz y lágrimas.

 

Tú, santa protectora de mis tierras paternal,

a las que diste la inmortalidad del paraíso,

del brote hiciste flor, de la esperanza Aurora

 que sonríe en mi cabaña.

 

Tú, esta cruz de espigas, que he trenzado con mi mano,

acepta, Madre. Entre mis mil espigas,

éstas se mecían como vírgenes de cabellera rubia,

anegadas de so1 y maduras.

 

Bajo mi hoz, húmedas aún sus cabezas de rocío,

cayeron como rayos segados de la luna.

Ni una alondra destruyó con su pico

sus hileras intactas.

 

Yo las trencé, cabello a cabello,

con la forma de la cruz de tu Hijo herido gravemente,

cuya sangre, cada Pascua, fuego santo,

han bebido nuestros surcos.

 

La he tejido con mis esperanzas, con mis deseos.

Dentro llevan la savia del campo, el fuego del sol,

el fulgor de la reja del arado y la fuerza de mi brazo viril,

las súplicas de mis nietos.

 

Madre, bendice esta cruz de espigas; y concede a mis campos

sol en el verano, perlas en primavera.

Cuanto más llenos estén mis graneros, igual luz

 darán las antorchas a tu altar.

 

Haz del modo que -como en los días antiguos-

cuando vengas a pasear de campo en campo,

no haya espinas bajo tus pies, sino amapolas

 estremecidas como nuestro corazón.


Daniel Varujan

No hay comentarios:

Publicar un comentario