La caridad es la fuente solícita de toda beneficencia. Es como la piedad, una inquietud; el sentimiento de una deuda infinita; no la consciencia abstracta de una injusticia que siempre puede repararse, sino la ternura experimentada en una situación concreta, humana, que no puede compensarse, y que todo nuestro amor no basta para aligerar.
Vladímir Jankélévitch. Traité des vertus
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