vuestra divina imagen, en madera,
barro y color, la propia vida diera
para dárosla a vos, en un suspiro.
Mas yo siento caer sobre mi frente
vuestra dulce mirada. Y un consuelo
infinito de amor me ofrece un cielo
-que no sabré ganar- eternamente.
Y, vuelta a mí la vista, al miserable
mundo que en nuestra vida apenas dura
- nave o nube- minuto despreciable:
“¡Triste -me digo- efímera criatura,
tú el insensible y muerte deleznable,
tú eres el barro, el leño y la pintura!”.
Manuel Machado. Cuando de hinojos
No hay comentarios:
Publicar un comentario