Nos agrada ver esta lucha celeste. Se produce entre el ángel
Gabriel y la Virgen María, dos espíritus raros, uno del cielo, el otro de la
tierra, pero ambos celestes y ambos de la tierra. Feliz combate e igualmente celeste,
en el cual ambos vencen y triunfan.
El ángel quiere elevar a la Virgen, y la Virgen se quiere
abajar en su nada. Ella se aferra tan firmemente a su abajamiento que cuanto
más la eleva él, más se abaja ella. Cuanto más habla él, más está ella en
silencio. Cuanto más apremia él, más aturdida está ella, y no penetra la
palabra del ángel. Y sin embargo este ángel es el suyo, es su custodia y su
guía, le es enviado desde el cielo para hacerla entrar en el más alto camino,
el más raro y elevado que habrá nunca, el camino de las sendas de su Señor.
Pierre de Berulle. Los Misterios de María
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