¡Oh, Tú, Señor, que estás ahí callando
y ahorrando tus milagros!... ¡Aconseja!
Derrumba el muro, aparta ya la reja
tras de la cual te estamos esperando.
Haznos sentir, benévolo, tu mando,
imponte, al fin, sobre esta tierra vieja,
acaba ya tu aprendizaje y deja
que tu Amor se demuestre sólo amando.
¡No des la espalda, Dios, a tu criatura!
Algo hay en ella, una sustancia pura
que te obliga al milagro nuevamente.
Abandona a tus claros serafines
y acércate a esta raza de Caínes
que llamamos humanos comúnmente.
Susana March. ¡Oh, Tú, Señor...!
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