Uno va a la iglesia al atardecer, se hunde en la contemplación, y las miserias de la vida dejan de ser importantes; y, además, los domingos se pasan en largos oficios, en el abandono a los cánticos y a las vísperas, pues el esplín no hace presa en las almas piadosas.
Joris Karl Huysmans. A la deriva
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