Si Dios no hubiera venido al mundo, si Dios no se hubiera hecho carne de hombre en el mundo, el hombre no tendría salvación, poruqe entre Dios y el hombre habría siempre una distancia infinita que jamás podría franquear...Yo había querido entregarme a esa Providencia, que hace y deshace la vida de los hombres. ¿Y que había sucedido? Pues que a distancia entre mi pobre humanidad y ese Dios teórico de la filosofía, me había resultado infranqueable...Pero Cristo, pero Dios hecho hombre, Cristo sufriendo como yo, muchísimo más que yo, a ése sí que lo entiendo y ése sí que me entiende. A ése sí que puedo entregarle filialmente mi voluntad entera, tras la vida. A ése sí que puedo pedirle, porque sé de cierto que sabe lo que es pedir y sé de cierto que da y dará siempre, puesto que se ha dado entero a nosotros los hombres.
Manuel García Morente. El hecho extraordinario
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