La situación actual de la Iglesia Católica exige el testimonio personal: atestiguar, declarar a Cristo en y ante el mundo; dar la cara con valentía; y será valiente (en sentido sobrenatural) en la medida en que nuestra fe sea viva, nuestra esperanza vigorosa y nuestra caridad sincera; este “dar la cara” por Cristo implica una rebelión profunda. En este mundo en el que se habla tanto de “rebelión” (contra “estructuras”,contra el “sistema”, contra esto o aquello) el cristiano conoce una sola rebelión: la rebelión contra la rebelión esencial que es el pecado; lo demás es como nada, aunque me sienta inclinado a sostener que, hoy, quizá tengamos el derecho de rebelión contra los traidores de la Iglesia, que son tantos.
Alberto Caturelli. La Iglesia Católica y las catacumbas de hoy
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