viernes, 12 de octubre de 2018
Una llama, una llamada ...
Oh Dios que me habeís dado ya eternamente lo que a mis ojos es la materia de una angustia incierta, haced que mi libertad se adhiera siempre a vuestra voluntad.
Dios que tenéis un conocimiento maravilloso de mi: haced que yo sea lo que espero, puesto que mi futuro descansa ya en vos.
Solo concibo la oración como una llama, un cohete, un grito, una llamada. Eso es la oración, en su esencia: una consciencia de relación, una efusión de ntimidad, una plegaria-sustancia, la sustancia de mi vida y de mi consciencia y de mi insconciencia todavía más...
Jean Guitton. Lo que yo creo
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