La Madre de Dios es nuestra también. Nuestros muertos están con nosotros. Incluso en medio de nuestras miserias terrenales a lo lejos siempre oímos algo de la música eterna y olemos un aire de hogar. Hay un estandarte puesto ante nosotros al que respondemos con todo nuestro ser, que es el de una vida heredada y eterna, plena, en nuestro propio país. Puede usted decir: ‘todo eso es retórica’. Pero estaría usted equivocado, porque es más bien una visión, un reconocimiento y un testimonio. Mas, tómelo nomás por retórica. ¿Tiene usted alguna semejante? Si es sólo retórica, ¿de dónde fluye este río? ¿O qué reserva es esa que puede llenar con fuego incluso a un hombre como yo? ¿Puede acaso su opinión (o duda o agudeza) hacer lo mismo? ¡Pienso que no!
Hilaire Belloc. Carta a William Inge
No hay comentarios:
Publicar un comentario