El uso litúrgico de la luz, recordatorio del Dios que es Energía y Vida, es evidente en nuestro monasterio. Durante el Adviento, observamos juntas cómo cada semana un nuevo cirio indica la venida de la Luz que es Cristo. En Nochebuena bendecimos el encendido del árbol de Navidad, que es verde, por ser de hoja perenne, y es siempre signo de vida eterna. Cada Sábado Santo encendemos velas en el atrio de la capilla, cuya misión es conducirnos a la nueva luz de la Pascua. Cada noche de nuestra vida, la torre del monasterio se inunda de luz, como recordatorio de la luz que trae vida, creando así un estilo de vida, a la vez lógico y necesario, basado en la reflexión y la contemplación.
Joan Chittister. Escuchar con el Corazón
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