¡Oh, vuelve
Al último de todos los solitarios!
¡Todos los arroyos de mis lágrimas
Corren hacia ti!
¡Y la última llama de mi corazón
para ti se alza ardiente!
¡Oh vuelve
Mi desconocido Dios! ¡Mi dolor! ¡Mi última felicidad!
Friedrich Nietzsche. Así habló Zaratustra
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