El camino religioso, si es auténtico y sincero, demuestra a quien lo recorre, cualquiera que sea su referencia, que la fe es un riesgo: el riesgo de entregarse por completo a algo cuya certeza no se basa en ninguna garantía. Si la fe fuese certificable por alguna garantía, se negaría a sí misma como fe, es decir, como entrega confiada y total (...) La fe es certeza, no es probabilidad, pero al mismo tiempo no es del orden de la certeza garantizada. La obsesión por la certeza, que nuestras sociedades modernas alimentan, nos lleva a la paranoia de la seguridad. La fe no puede utilizarse como un escudo o como un arma, sino que implica apertura y disponibilidad.
Raimon Panikkar. La religión, el mundo y el cuerpo
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