Al paraíso van únicamente los individuos que os voy a describir: van allá esos viejos curas, esos viejos lisiados, esos desgraciados que se pasan día y noche tosiendo ante los altares, en las criptas bajo las iglesias; ese que va de paseo con mantos viejos llenos de agujeros y viejos vestidos remendados, los que van por ahí sin ropas, sin calzado, cargados de males, los que se mueren de hambre y de sed, de frío y de miseria. Ésos son los seres que entran en el paraíso, con los que yo no tengo nada que ver. Al infierno, en cambio, van hermosos nobles, valientes caballeros caídos en torneos y en grandes batallas, como el fuerte arquero y el fiel soldado. Yo me iré con ellos: allá van asimismo las damas corteses y bellas que tienen dos o tres amigos, además de sus maridos y señores. Y allí corren el oro y la plata, armiños y ricos abrigos, arpistas y ministriles, y todos aquellos que son felices en el mundo.
Sabino S. Acquaviva. El eclipse de lo sagrado en la civilización industrial
No hay comentarios:
Publicar un comentario