¡Qué triste y deplorable es la condición de estas desdichadas víctimas de la barbarie europea!; siempre será motivo de indignación y de lágrimas para el auténtico filósofo y para el verdadero cristiano, la horrible crueldad de estos hombres que se llaman civilizados y que, en nombre de una religión santa, se presentan en tierras extranjeras como bandidos raptores para quitar el hijo a su madre, el padre a sus hijos.
Frédéric Ozanam. Tribuna Católica. 1837
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