Pero ¡ay de aquel país cuya literatura está amenazada por la intervención del poder! (...) es la sofocación del corazón de una nación, la destrucción de su memoria. La nación deja de estar atenta a ella misma, se la despoja de su unidad espiritual y, a despecho de una lengua supuestamente común, sus ciudadanos dejan bruscamente de comprenderse unos a otros.
Alexandr Solyenitsin. Mi grito
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