La libertad de hacerse las «preguntas que merecen la pena» es prerrequisito indispensable de toda vida que sea verdaderamente racional. Quien se priva de esta libertad fundamental comete una especie de suicidio espiritual que, aunque se consume teóricamente en nombre de la «razón», es siempre un acto de pura y absoluta irracionalidad.
Giacomo Biffi. La bella, la bestia y el caballero
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