A Dios , en su ira severa ¿por qué amenazas?
pero ¿Quién soy yo, que me atrevo a disputar contigo,
oh Dios? De tu única sangre digna,
y de mis lágrimas, haz un celestial diluvio de Leteo,
y ahogad en él el negro recuerdo de mi pecado.
Que los recuerdes, algunos reclaman como deuda,
lo considero misericordia, si quieres perdonarme.
John Donne
No hay comentarios:
Publicar un comentario