Debemos alegrarnos grandemente de que Dios habite en nuestra alma, y debemos alegrarnos más aún de que nuestra alma habite en Dios. Nuestra alma es creada para ser la morada de Dios, y la morada de nuestra alma es Dios, el Increado. Es gran inteligencia ver y conocer interiormente que Dios, que es nuestro creador, habita en nuestra alma, y es una inteligencia mayor ver y saber interiormente que nuestra alma, que es creada, habita en Dios en substancia, substancia por la cual, a través de Dios, nosotros somos lo que somos
Juliana de Norwich. Libro de Visiones y revelaciones
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